ESTAMOS DE REFORMAS
No sé muy bien quién será el culpable de mi irremediable tendencia a la melancolía. Puede parecer extraño que pareciendo una persona vitalista y alocada, tenga la costumbre de recrearme en la belleza de lo pasado.
La gente suele pensar que melancolía es sinónimo de tristeza, pero yo discrepo totalmente. A mi me parece que el pasado está cargado de momentos bellos, momentos que vuelven a nuestras cabezas exigiendo el tributo que merecen. Aquellas cosas bellas, tristes o alegres, deben ser recordadas.
Los días de mi infancia metido en el despacho de mi bisabuelo con ese olor a libro antiguo. Abrir cualquiera de aquellos libros: Teatro Alemán, Volumen VI. año MDCCLXI. La bicicleta de aquel gimnasio donde me ventilé en un pispás "Miau" de don Benito. Aquel parque donde te besé por primera vez. La habitación en la que me desperté contigo... sin duda eras tú, pero vestías otro cuerpo. La ventana desde donde vigilaba esperando que te mudases de nuevo al barrio por verano mientras te soñaba. Aquella estación de metro de la línea 4 en la que te vi por última vez tan deslumbrante como siempre antes de que me largases. Aquel sombrajo que construimos para cobijarnos del sol abrasador en aquel paraíso, y los libros que devoramos allí. Tu voz leyéndome en voz alta, preciosa costumbre. Tu voz y sus peleas. Tus tarareos matinales mientras yo me deshacía contemplándote. Los besos que te robaba dormido entre vueltas de manta. Aquella cama de 80 donde nos sobraban 30. Aquel primer beso en mi garaje. El anterior entre coches aparcados frente a la "Alemana" en el que no sabía cómo mover la lengua. Las manos de mi abuela y su olor. Mi otra abuelilla en su lecho de muerte. Las risas en aquel corner de la muerte y las inocentes torturas a las que sometíamos a los profesores sustitutos en el cole. Aquel patio de columnas. Aquel otro cole con el mejor patio de recreo: el parque Maria Luisa. Mi primera casa. La segunda. La tercera y que siento más mía. La cuarta. La quita que era una Cueva. Y después llegó Febo. La definitiva en San Juan de la Palma.. un año en el paraíso. Aquel mercado. Aquellas horas de azotea..
Hay miles de cosas que vuelven continuamente a mi cabeza por asociación. Un olor, una película, una mirada.
De todo existe una banda sonora. Miles de canciones envuelven mi mundo, y bailan a mi ritmo. Rock, de banda, de autor, melódico, progresivo, funky, jazz, 'n Roll... o como sea. Música y más música. Opera, si es Verdi necesito las ruedas de mi bicicleta, mis cascos y las calles vacías del centro de Sevilla. En directo en cualquier lado. Una guitarra que desgarra la quietud de cualquier calle, de cualquier rincón. La plaza de Santa Marta. El parquecito de tabacalera, sentados en la galleta que nos sigue viendo de vez en cuando. Mi habitación. Tu habitación. La banda sonora de aquellos ojos. De mi un pandero. Hollow Years. Aquella época Heavy con Tolkien de la mano.
Y no puede existir música sin ponerle letra. Al menos en mi mundo. Aquellas letras que no llegaba a entender, les ponía yo mis propias letras, mis propias imágenes poéticas. Y aquí llega el mundo de los cantautores que muchos no acaban de disfrutar. Y entiendo que haya algo que te tire para atrás. Y no hay una forma mejor que definirlo que aquella de coña de Joaquín Reyes en su testimonio de Rosa León. La carcamusa cantautoril y yeyé. jejeje.
Yo sigo reñido con hilvanar melodías y letras. No me satisface nada de lo que hago... soy muy malo. Me gusta más escribir, me siento más cómodo. No lo hago bien, pero me gusta. Y me encanta sacar canciones bonitas de otra gente, y chapurrearlas con la guitarra y mi incontrolable voz a mi ritmo... porque yo y el metrónomo no nos llevamos del todo bien, se que es cuestión de entrenamiento.
Me vuelve loco una bonita melodía, y una letra cargada de imágenes poéticas que te transportan a otro tiempo y otro lugar. El último disco que Quique González lo consigue. Y tiene frases geniales.
Necesito un amor que no cueste trabajo. Mi madre ya no espera a nadie. Como si fueras a llevarte la luna debajo del brazo. Cuando estés en vena. El notario repartía DNIs como un crupier. Seré tu cable a tierra. Quién iba a dejarte a ti durmiendo en la calle. Nadie podrá con nosotros...
Por eso me gusta muchas cosas que hacen cantautores. No olvidaros de que toda canción tiene su autor. Quizá no es el mejor intérprete del mundo. Pero sin duda le da la interpretación original, y la obra no está adulterada por una segunda mirada.
Esta noche voy con mi gente a ver a mi bandido preferido. Enpuñando su Telecaster contra la oscuridad y la bruma. Acariciándonos con la acústica y transportándonos hacia otros sitios y otros lugares. Llevándonos al Rompeolas. Llevándonos a cualquier lugar en un ford Capri que tiene como volante un piano electrónico contrapesado.
Y esta noche volveremos a ser reyes. Allí abrazados entre la multitud volveremos a morirnos de la risa y a alucinar dando rienda suelta a esa sensibilidad que nos une tanto. "Te quiero más que a una novia" mi Carlitos!!!!