Hace no mucho volví a leer un poquito de los primeros pasos de esta página web. El mismo sitio que se convirtió sin quererlo ni beberlo en lugar de encuentro de mi pandilla, ahora relegado al olvido sustituido por redes de comunicación, mensajeros y programas para hacer de nuestros ordenadores teléfonos para "hacer conferencias", sigo emborronando y garabateando por aquí y por allá, y sin darme cuenta... este bichito tiene vida propia... puede que el reflejo de mi vida que me apetece plasmar de vez en cuando.
Este querido sitio mío tiene cosas que a veces me reconfortan de una manera mística. Hoy ha ocurrido. He viajado dos años y medio en el tiempo.
Aquel día estaba experimentando la más deliciosa sensación de calma. La calma tras la tempestad. Y la tempestad era una puta llamada trabajo. Y aquel cuarto con olor a sudor y látex no era otro que la marisma de Lebrija, el bendito sector BXII que recorrí tantas veces, hidrante a hidrante, bombeo a bombeo, subsector a subsertor... Y después del estío más duro de mi vida, en el que hacía viajes astrales continuos al sosiego del barrio que me vio nacer y crecer: el Sardinero.
Y cuando pasó el verano, me subí la falda, recogí mi dinero y viajé con la que era mi novia por aquellos entonces a aquel barrio, y aquel día escribí esto que ahora rescato haciendo un corte de manos al tiempo:
5 de Octubre 2006
Relax y recuerdo
Ø Diario de Diego Da Flowers
No hacer nada. Tumbarte en la cama a las 10 de la noche después de tomarte unas cervezas medio resfriado con leve dolor de cabeza sabiendo que al dia siguiente no tienes que trabajar. Esto no tiene precio.
Despertarte a las 9 de la mañana relajado, solo un leve resfriado ocupa tu nariz. Después de 3 días sin sentir el agua fría recorriendo tu cuerpo, sales de la ducha y no hay toalla. Estornudas.
Sigues relajado porque sabes que no vas a hacer nada. En tu selebro solo hay una mezcla entre carta de ajuste y película survietnamita de recolectores de arroz. Respiras tranquilo. No puedes, entonces vas al baño y te suenas los mocos. Esto es vida... Santander y su clima.
Te vistes: los vaqueros y ese jersey de lana viejo de mujer que te intenta regalar tu madre siempre que vienes a verla. Silencio. Tu hermana pequeña se ha ido al cole y solo oyes a tu novia duchándose a lo lejos.
Respiras levemente para no perturbar esta tranquilidad que te invade. El gorgoteo del agua a lo lejos se mezcla con el ronroneo del ventilador del ordenador interpretando la majestuosa partitura de la tranquilida. Sonríes. Te sientes vivo.
Frente a ti, un sauce llorón descansa con sus alicaídas ramas del temporal de la otra noche. Él no perdió ninguna rama, pero llora por toda la sabia derramada por sus congéneres de todo el litoral cantábrico. Lágrimas verde y oro se derraman relucientes sobre el celeste del cielo, mientras una paloma alza el vuelo y se posan dos gorrioncillos.
El bullir de una ciudad ni se percibe a lo lejos, la tranquilidad del Sardinero deleita mi sentir ocioso. Me calzo, las zapatillas de deporte que compré ayer agradan más a mis pies que las duras botas técnicas y que los encorsetados zapatos. Andar, pasear al ritmo cántabro y lento, reconfortará más mi alma que masajes en balneario snop urbanos, de esos llamados spa.
Esa gente mayor que tanto quiero habita en este país de lluvias y vientos. Los años pasan más rápido, y para ellos aumenta el recuerdo. Quiza algún día estos días se sumen al mío: historias y abrazos, despedidas y anhelos. Vuelve pronto, no te vayas tan lejos. Sevilla y el Mar, Santander y el cielo.
Escrito por Turin a las 5 de Octubre 2006 a las 12:19 PM
Y lo suyo es meterle una canción nueva...
Una buena canción, de un buen compositor...
K.O.Boy - Luis Ramiro
Adjunto un relato que he escrito sobre el Amor y el Desamor. Está ambientado en mis amados Cabo Mayor y playa de Mataleñas, aquí en Santander. Es una pequeña vomitona esperanzadora sobre la vida.
Incluyo otra vomitona musical magnífica, Turnedo, de Ivan ferreiro.
Os advierto que es un poco intenso... como yo, ya sabéis.
Besitos
El amor va siempre en una dirección. Es algo intrínseco a él mismo. La pobreza de espíritu de los humanos nos hace soñar con un amor bidireccional, y esto nos hace irremediablemente caer en la cuenta de que nuestra naturaleza no nos empuja más allá del egoísmo. Es cierto que hay que distinguir entre tipos de egoísmo, ya que hay egoísmos egocéntricos y egoísmos desprendidos. Mi humilde forma de ver la vida me hace ver que el camino del ser humano no debe ser otro que aquel que empuja a salir de nosotros mismos y transformar ese eogísmo egocéntrico en entrega.
Cuando un amor no es correspondido, debemos ser lo suficientemente inteligentes como para transformar ese amor unidireccional y concentrado solo en un punto de la inmensidad del universo, en un amor más desprendido y enfocado al entendimiento del medio en el que vivimos. Un amor enfocado a las reacciones humanas y su enorme complejidad. Un amor enfocado a nuestra pobre naturaleza imperfecta.
Para ello, es necesario una apertura de miras para entender que toda la maravilla del amor, toda la magia que envuelve las situaciones que hemos vivido, no es más que la magia que llevamos dentro. Ese brillo maravilloso de aquellos ojos que nos daban la vida no es más que la suma de aquel brillo y el reflejo del nuestro. Solo nos evoca todo aquello maravilloso que proyectamos hacia la otra persona. Aquellos momentos de risas vividos, aquellos tiernos... todos aquellos que nos dieron ese enorme bienestar que pensabamos que lo justo sería durasen etérnamente, no son momentos ajenos a nosotros. Tendemos a confundirnos asociándolos solamente a aquella persona de la que nos enamoramos. Es un gran error del alma enamorada. En aquellos momentos, el alma enamorada es el actor principal y no el ser amado. Pero es cierto que aquel sentimiento es una proyeccion, una proyección hacia el ser amado.
El ser amado es el receptor de la mágica y misteriosa reacción que se produce en nuestro interior y que es fruto del enamoramiento. Nuestro egoísmo egocéntrico sale proyectado hacia afuera y se convierte en enetrega. Una auténtica maravilla para las relaciones humanas. El objetivo de esta proyección, evidentemente, es merecedora de ella. Pero de forma evidente también, no puede ser la única merecedora. Hay muchísima gente que puede ser nuestra media naranja. Pienso que todos los seres humanos somos especiales. Para darnos cuenta de ello, solo hay que saber mirarlos y llegar a empatizar con ellos. Tú eres especial, yo lo soy, de la misma forma que la persona con la que compartirá la vida de la persona que amas después de darte el portazo en la cara con el que se despide de tí. Igual de especial que la persona hacia la que proyectarás sueños cuando dejes de soñar hacia ese inapreciable punto del infinito.
Llegado el desamor, uno se da cuenta de que no era lo suficientemente especial para la otra persona, que ésta le pide más a la vida y que la proyección de su amor va más allá de ti, y que la vida para ella está en otra parte y no se proyecta hacia el mismo punto que tú. Llegado a este punto no hay más remedio que claudicar, reírse de uno mismo, maldecir al amor y la estupidez humana. Es el momento en el que uno debe decidir continuar por el camino de la felicidad.
La felicidad no es más que una opción que los seres humanos podemos escoger en cada momento. Pienso que la felicidad es un estado mental. Es vivir con optimismo y mirar con cariño el entorno en el que vivimos buscando la parte buena de todo lo que nos rodea y de lo que somos. Evidentemente hay muchas cosas que nos hacen sentir mal, que nos frustran, que nos entristecen... Cuando llegan estos momentos, después de un proceso de asimilación, es cuando debemos aprender a reírnos de nosotros mismos y retomar la senda de la felicidad que nos lleva al camino del crecimiento personal. Es difícil llegar a ál, pero debemos desprendernos de todo lo negativo y tomarlo. En realidad es nuestra opcióny depende solo de nosotros mismos.
Llegado el momento del desamor, entiendes que has aparecido en un momento de la vida de la otra persona poco oportuno. No era el momento, así que simplemente pasas por la vida de la otra persona mejor o peor, eso ya no importa, porque simplemente pasas. La forma de pasar solo deja mejores o peores recuerdos. Entonces... ¿qué hacer? ¿cómo no vas a seguir feliz por tu camino? Debes optar siempre por la felicidad. Ríete de ti mismo, es tú momento.
Descálzate, siente como pisas la yerba fresca. Tus pies pasan sobre la yerba húmeda por el rocío del alba. Un nuevo día se vislumbra desde lo alto del acantilado y el sol va tiñendo sobre el mar de un color anaranjado el horizonte. Es momento para un nuevo despertar, déjate llevar por tu instinto. Alza la cabeza, el frescor de la mañana refresca tu cara plagada de lágrimas. Bajas lentamente la cabeza, y sol que comienza a aparecer en el albor del día empezará a secar tu cara. Las lágrimas que llegarón a tu boca debes saborearlas. Son el mejor jarabe para la cura de las enfermedades del alma.
Déjate caer sobre las rodillas. Que el leve dolor físico te espabile y eclipse el dolor emocional que tus frustraciones te hacían sentir la noche anterior. El viento que sube por el acantilado te limpia de frustraciones y te hace libre. Aquella persona se fue de tu lado, y ahora te queda lo más importante, te queda algo que nunca nadie podrá quitarte. Te tienes a ti mismo, y debes empezar a disfrutar de ti mismo.
Déjate caer hacia atrás y rueda por la yerba. Que el sol empiece a descongelarte y a quitarte el frío que te ocasionaba la noche y tus propias tinieblas. Expulsas tus miedos y poco a poco vas vislumbrando el poderinfinito de la vida y la magia que todo lo envuelve te hará romper el silencio que guardas en una preciosa carcajada que se une al sonido de las olas allá abajo y al viento que ruge subiendo pequeñas partículas de agua salada. Tu risa se une a los coros de gaviotas que vuelan a tu alrededor buscando comida en el lecho del padre océano.
Ayer pensabas tan solo en la triste miseria de la soledad, y al pasar la noche aquel recuerdo de la persona que te dejó atrás prácticamente ha desaparecido en el limbo de los bonitos recuerdos. Hoy la certeza de que nunca estarás solo te invade. Nunca estarás solo porque te tienes a ti mismo, tienes dentro de ti un ser maravilloso capaz de crear y albergar maravillosos sentimientos, maravillosas acciones y con un potencial que ni tú mismo eres consviente.
El perfume de la yérba húmeda, del salitre, de la tierra, de las flores, de los mojones de vaca y tu propio aroma te envuelve. Cierras los ojos y respiras profundo. Dejas el aire unos instantes en tus pulmones y exhalas lentamente todo el aire hasta que no puedes sacar más aire. No vuelves a respirar hasta que sientes que no aguantas más, y, entonces, una gran bocanada de aire entra en tus pulmones llenándote de vitalidad. Abres los ojos. Te incorporas lentamente.
El sol ha ascendido bastante sobre el horizonte. Te pones en pie. Recoges la guitarra, pronto llegará el momento en el que vuelva la música. Bajas a la playa después de mirar con ojos risueños el horizonte. Te sientes vivo, increíblemente vivo. Te das cuenta de que has vuelto a nacer. Siempre somos capaces de renacer de nuestras cenizas, como el ave fénix. Podemos vencer nuestras miserias con nuestra mejor arma, la más maravollosa de las que disponemos: nuestro pensamiento. El pensamiento dirigido por la voluntad es capaz de cualquier cosa que se proponga.
Ya estás abajo, en la playa. Avanzas hacia la orilla atravesando la arena seca. El suave tacto de la arena fría en las plantas de tus pies te prepara para el impacto térmico del golpe de la ola que rompe ante tí. Esta ola te recuerda que futuros golpes aparecerán en tu camino: desanimos, tristezas, frustraciones... pero sabes que dispones de todos los medios para volver a renacer como lo has hecho este nuevo día.
Te regalas a ti mismo una enorme sonrisa complice mientras recorres la playa enterrando los pies en la arena de la orilla a cada paso. Estás vivo. No puedes ser más feliz.